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lunes, 21 de enero de 2013

Audrey Hepburn, un icono de moda

20 años sin Audrey

Nunca se tuvo muy en cuenta. Llegó a asegurar que su madre la llamaba “patito feo”. Y que nació con una enorme necesidad de afecto y, una terrible necesidad de darlo. No era deslumbrante para la época que vivía, no tenía curvas, ni era voluptuosa como alguna de sus compañeras de profesión. Y aún así, a día de hoy, es un mito e icono indiscutido como actriz y como persona… pero también sin duda alguna como referente en la moda.

Las Ray-Ban Wayfarer llevan su nombre, igual que Hubert Givenchy encontró en ella a su musa. Y aunque en un principio el diseñador pensó que iba a vestir a otra, cuando vio aquel rostro, supo que ya no la cambiaría por nada. Se cruzaron una vez por casualidad y ya nunca pudieron separarse. Su amistad duró el resto de sus vidas, llegando incluso a crearse un perfume inspirado en ella (L’Interdit), siendo una de las primeras actrices en prestar su imagen para ello. El diseñador siempre recordará a aquella joven entrar en su taller con sandalias planas, sombrero de gondolero y una simple camiseta anudada pidiéndole que le hiciera el vestuario de su próxima película. Y juntos forjaron una amistad que duraría cuarenta años. El "couturier" diseñó para ella trajes de Oscar, que lució durante toda su carrera y que toda chica que piense en cuentos de hadas y princesas, no dudaría en soñar. Y ahí estaba, haciéndose hueco entre mujeres del cine de los años cincuenta voluptuosas, llenas de curvas y algunas incluso muy "pin-ups". De esa forma marcaba hasta ahora algo inédito: la visión de una mujer independiente, algo que aún quedaba mucho para que realmente ocurriera de verdad.
                  Y cómo dijo en una ocasión "Cada uno tiene su propio estilo y una vez encontrado, debes aferrarte a él".
          
Un cáncer acabó con su vida cuatro meses después de regresar de uno de sus viajes a Somalia donde iba como representante de UNICEF con quién colaboraba constantemente desde hacía años ya retirada de las pantallas, dedicada a sus hijos, y su familia.

Así que el mundo puede decir de ella todo lo mejor. Ha pasado más de un siglo, pero en la retina de todos ha quedado para siempre esa imagen de Nueva York amaneciendo con la figura larguirucha y delgada de una joven contemplando un escaparate de Tiffany. Y allí sigue, eterna y llena de estilo, de satén negro largo hasta el suelo, con un collar de perlas y un moño alto. Y a día de hoy, sigue siendo eterna cada vez que en algún rincón del mundo, alguien se viste como ella y la imita. Hacerlo nunca pasará de moda. Porque ella fue, es y será MODA.




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